En medio de la noche
te desvelas
y adivinas mi rostro
dormido.
Apoyas tu boca sobre mi frente,
dejas, como al
descuido,
tu mano sobre mi pecho,
hasta que nuestros latidos se
acompasan.
En medio de la noche,
hostil y oscura,
me
guardas,
estremeciéndote a cada
movimiento que hago,
hasta
que, femenina y desvalida,
te quedas soñando
como un ángel
cansado.
Por la mañana
tengo una alegría que me vive
todo el día,
que me asiste
todo el día, sin saber
a qué se debe,
por
qué nace.
JOSÉ BATLLO