Cerqué, cercaste,
cercamos tu cuerpo, el mío, el tuyo,
como
si fueran sólo un solo cuerpo.
Lo cercamos en la noche.
Alzose
al alba la voz
del hombre que rezaba.
Tierra ajena y más
nuestra, allende, en lo lejano.
Oí la voz.
Bajé sobre tu
cuerpo.
Se abrió, almendra.
bajé a lo alto
de ti, subí a
lo hondo.
Oí la voz en el nacer
del sol, en el
acercamiento
y en la inseparación, en el eje
del día y de la
noche,
de ti y de mí.
Quedé, fui tú.
Y tú quedaste
como
eres tú, para siempre
encendida.
José Ángel Valente