Nada podrá impedir que me derrame,
que me
vierta, que llueva sobre ti.
...Y tus ojos vendrán, de alucinado.
Tus ojos negros tan, tan
negro. Azul marino.
Ven. No pierdas el tiempo. Cada noche se escapa
victoriosa y
vencida para los dos, si duermes
y no me estás soñando, como es
que yo te sueño.
Y ha de venir la hora
en que nuestros días cifren
en los
números rojos.
Nada podrá impedir que me derrame.
Lloveré sobre ti con lo
que quede
de mí después de ti.
ANA ARES