Me desvestiré sin prisa
como sé que tu sed
desea,
desabrocharé la blusa, borrando los ojales,
hora a
hora,
encadenada al impulso
de la corriente azul que traspasa
mis dedos.
Deslizaré despacio las sedosas medias,
hasta dejar
desnudos
los pies de escamas blancas
que sepan improvisar
abrazos
sobre el itinerario íntimo de tus espumas.
Y mi
cuerpo
absorto frente a la alegría de tus ojos,
se vestirá
con tu piel
haciéndose, por fin, destino de tus manos.
Yolanda Gelices