"...amo una maravillosa estatua mutilada; un texto no terminado, un fragmento de cielo inscrito en la ventana de la vida". Julio Cortázar
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viernes, 8 de marzo de 2019
Besarte es soñar
Sí, besarte es soñar. Y acariciarte,
rozar, sorber el cielo más hermoso.
Pero si el tiempo puede, al arrancarte
tu belleza, tornar en doloroso
recuerdo aquel mirar enajenado,
aquel beso ardentísimo, aquel fuego,
volcán de amor, y aquel dulce sosiego
que sigue al jadear ebrio y callado,
¿Cómo sentir ligera, alada, pura
la dicha del amor, si está ya herida
por el mal que vendrá, nube de muerte,
tiempo ya gris que empaña la hermosura
cuando empieza a dar fruto, y más erguida
arde su luz, y duele más perderte?
José Luis Cano
sábado, 12 de enero de 2019
Noticia del beso
como el fruto de un árbol a la luz de la tarde.
Ebrias alas secretas van naciendo a su paso
y dorando los labios que esperan entreabiertos.
Gime la flor del beso antes de abrir su rosa,
y sus pétalos arden melancólicamente
mientras sube un rumor por la delgada sangre
y se detiene al borde de la boca hechizada.
Ya los ojos no ven. Mientras escapa el mundo
sólo el fruto del beso hunde su quemadura
en el dorado éxtasis, y el nácar de unos labios
dulcemente crepita en su abrasada llama.
Un brillo nuevo nace de la boca entreabierta,
mientras redonda estalla la granada del beso,
y el dulce labio herido, ardiente ola ceñida,
su lentísima espuma destila prisionero.
No tiene edad el beso, pero su fruto muere
cuando su llama de oro se deshace en los labios,
cuando despierta el párpado de su ebriedad callada
y el corazón se oculta para sorber su dicha.
Mas no muere su luz, su ardentísimo pozo
puro como la nieve, hondo como el silencio.
No muere lo que llega al fondo de la sangre
donde el beso dejó un reguero de cielo.
José Luis Cano
jueves, 10 de enero de 2019
Desnudo
su adormecido seno en ti yacente,
que luego iré a besar esa serpiente
de tu lengua, que el viento desvaría.
Hiere mansa esa flor de la bahía
que asume su mejilla húmedamente,
y ciega esa callada boca ardiente
que no quiere besar la boca mía.
Roza luego su vientre, y la dorada
piel besa de su cálida cintura,
y allí en su centro queda enamorada.
Que ya te templará la calentura
otra flor de mi huerto bien rociada,
si tu lengua se quema en su espesura.
José Luis Cano
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