viernes, 13 de noviembre de 2020

Hay un deseo que nace donde la carne ya no siente

 


Hay un deseo que nace donde la carne ya no siente,
donde se agarra el alma
a lo invisible.
Allí las bestias se callan,
enmudecen su lamento
en el silencio amaestrado.
Hay un deseo que no es
de la piel,
ni de la boca.
Sólo de un lugar que nadie conoce, en el que
como una bestia con fiebre,

palpita el pobre corazón humano.


Phil Camino

miércoles, 11 de noviembre de 2020

Esta tarde

 


Ahora quiero amar algo lejano…
algún hombre divino
que sea como un ave por lo dulce,
que haya habido mujeres infinitas
y sepa de otras tierras, y florezca
la palabra en sus labios, perfumada:
suerte de selva virgen bajo el viento…

Y quiero amarlo ahora. Está la tarde
blanda y tranquila como espeso musgo,
tiembla mi boca y mis dedos finos,
se deshacen mis trenzas poco a poco.

Siento un vago rumor… Toda la tierra
está cantando dulcemente… Lejos,
los bosques se han cargado de corolas,
desbordan los arroyos de sus cauces
y las aguas se filtran en la tierra
así como mis ojos en los ojos
que estoy soñando embelesada…

Pero…
ya está bajando el sol tras de los montes,
las aves se acurrucan en sus nidos,
la tarde ha de morir y él está lejos…
lejos como este sol que para nunca
se marcha y me abandona, con las manos
hundidas en las trenzas, con la boca
húmeda y temblorosa, con el alma
sutilizada, ardida en la esperanza
de este amor infinito que me vuelve
dulce y hermosa…

  Alfonsina Storni

 



lunes, 9 de noviembre de 2020

ARRUGAS

Ahora que declina el día
y en tus ojos se echan a dormir
suaves líneas de tierra lejana
y playa,

ahora que en torno a tus labios
reposan sonrisas antiguas
y del hogar los besos últimos
de amor,

ahora más que nunca te deseo:
deseo tu sed, tu voz, tu tiempo,
y tu cuerpo que ya es más tacto mío
que cuerpo.


Dalia Alonso


sábado, 7 de noviembre de 2020

Como una sola flor desesperada


Lo quiero con la sangre, con el hueso,
con el ojo que mira y el aliento,
con la frente que inclina el pensamiento,
con este corazón caliente y preso,

y con el sueño fatalmente obseso
de este amor que me copa el sentimiento,
desde la breve risa hasta el lamento,
desde la herida bruja hasta su beso.

Mi vida es de tu vida tributaria,
ya te parezca tumulto, o solitaria,
como una sola flor desesperada.

Depende de él como del leño duro
la orquídea, o cual la hiedra sobre el muro,
que solo en él respira levantada.

 

Juana de Ibarbourou


jueves, 5 de noviembre de 2020

Canción

 


la belleza es una concha
procedente del mar
donde gobierna triunfante
hasta que el amor la moldea a su gusto

almejas y
manos de león
esculpidas sobre la melodía
de las olas al retirarse

acentos que no mueren,
repetidos hasta
que el oído y la mirada yacen
juntos en la misma cama


WILLIAM CARLOS WILLIAMS,

martes, 3 de noviembre de 2020

Poética

 

La poesía se escribe

con la propia vida

de quien la sueña

es de quien la trabaja

como la tierra que se siembra

a veces no es de quien la escribe

sino de quien la enamora

la poesía nace desde el fondo

de sí mismo como desde el fondo

de los ojos de una muchacha

no tiene partido pero

a veces se adhiere

a causas perdidas

y se escribe con ternura

como la que tienes

cuando ella te abraza desnuda.


Antonio Acevedo



jueves, 1 de octubre de 2020

Transfiguración

 


Siento tu cuerpo entero junto al mío;
tu carne
es
como un ascua,
fresca e imprescindible
que está fluyendo hacia
mi cuerpo, por un puente
de miel lenta y silábica.
Hay un solo momento en que se junta
el cuerpo con el alma,
y se sienten recíprocos,
y viven
su transfiguración,
y se adelantan
el uno al otro en una misma entrega,
desde su mismo origen deseada.
Siento tus labios en mis labios, siento
tu piel desnuda y ávida,
y siento,
¡al fin!
esa frescura súbita

como una llamarada
de eternidad, en que la carne deja
de serlo y se desata,
se dispersa en el vuelo,
y va cayendo
en la tierra sonámbula
de tu cuerpo que cede interminable-
mente cediendo,
hasta
que el vuelo acaba y ya la carne queda
quieta, milagreada,
y me devuelve al cuerpo,
y todo ha sido
un pasmo, un rebrillar y luego nada.


 Luis Rosales