Ven a habitar
      esta parte de mi alma
      suspendida en la orilla
      de un crepúsculo.
      Ven a abordar este barco
      naufragado en lo azul
      de mi nostalgia.
      Mi casa te aguarda
      florecida de lilas
      y abierta al horizonte
      donde la luz es el preludio
      de una aurora
      que apenas se perfila.
      Todos los sueños caben,
      todos los espejismos.
      Aquí las ventanas
      son puertos para viajar
      por rutas olvidadas
      y en las tardes
      el jardín reverdece
      de tallos y de hojas,
      de voces minerales
      que emanan de la tierra.
      Mi casa te espera
      lejos del frío nocturno
      que cuaja de tristeza cada calle,
      lejos de la negra visión,
      que empaña las esquinas
      de humo y pesadumbre.
      Tibieza, claridad,
      sombra apacible
      de la luz en la lámpara
      junto al libro
      de signos admirables.
      El lecho de los sueños,
      la almohada reclinada
      y mi amor abrigándote
      en el silencio puro
      de la noche.
      Mi casa te aguarda
      de pie sobre la vida,
      a esta hora o en el círculo
      eterno de las horas.
Cristina Maya