Tu rostro es preludio del poema. 
Me arrastra de noche, 
como si yo fuera vela, 
a las playas del ritmo, 
me abre el horizonte de cornalina 
y la mirada de la creatividad. 
Tu rostro es maravilloso, 
una acuarela, 
un viaje fascinante 
entre la ceniza y la hierbabuena. 
 
Tu rostro 
es un cuaderno abierto. Qué bello 
cuando lo veo por la mañana 
trayéndome el café en su sonrisa 
y el rubor de la manzana... 
Tu rostro me acerca 
al último poema que conozco, 
a la última palabra, 
a la última rosa de Damasco que amo 
y a la última paloma... 
 
Tu rostro, amiga mía, 
es un mar de símbolos, y la nueva pregunta: 
¿volveré sano y salvo? 
El viento me asusta, 
las olas me asustan, 
el amor me asusta 
y mi viaje es lejano. 
  
Tu rostro, amiga mía, 
es una maravillosa carta 
que fue escrita 
y jamás llegó al cielo...