jueves, 30 de abril de 2020

La amada




Aquí, bajo mi frente poseída,
bajo el mar de mis ojos, naufragada,
bajo mi boca cálida, abrazada,
aquí, bajo mi pecho, estremecida;

aquí te quiero, vida sobre vida,
suspiro y risa y fuego y sed calmada,
aquí, entre mis dos brazos, abrazada,
con tu cintura en flor, aquí, ceñida.

Aquí te me destrenzas, te me llegas.
y ahora que ya eres mía y puedo y quieres
te me proclamas casta y te me entregas.

Aquí te me destruyes, te me hieres,
te bebes mi vivir, te me doblegas
-tibia carne de amor- y te me mueres

Antonio Murciano

martes, 28 de abril de 2020

Cuerpo de mujer


Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.

Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros
y en mí la noche entraba su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como una arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.

Pero cae la hora de la venganza, y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
¡ Ah los vasos del pecho ! ¡ Ah los ojos de ausencia !
¡ Ah las rosas del pubis ! ¡ Ah tu voz lenta y triste !

Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.
¡ Mi sed, mi ansía sin límite, mi camino indeciso !
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito.


Pablo Neruda

domingo, 26 de abril de 2020

Toco tu boca



Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.



Julio Cortázar

viernes, 24 de abril de 2020

Poema sin nombre LXIX

Porque me amas más por mi arcilla que por mi flor; porque más pronto hallo tu brazo cuando desfallezco que cuando me levanto; porque sigues mis ojos a donde nadie se atrevió a seguirlos y regresas con ellos amansados, a salvo de alimañas y pedriscos, eres para siempre el pastor de mis ojos, la lumbre de mi casa, el soplo vivo de mi arcilla.

DULCE MARÍA LOYNAZ

miércoles, 22 de abril de 2020

LIII

Amado mío, dame la rosa de ayer o la de mañana... ¡Y guarda el resto de la primavera!



DULCE MARÍA LOYNAZ

lunes, 20 de abril de 2020

XLVII

Entre tú yo yo van quedando pocas diferencias; tú tienes una cansada ternura, y yo tengo un cansancio enternecido.

DULCE MARÍA LOYNAZ

sábado, 18 de abril de 2020

Enséñame a arder oscuramente


Déjame encenderme en tu oscuridad,
En la luz feroz,
Enséñame a arder oscuramente,
Modela mi llama
En forma de alas
Y purifícala de todo color.
O
Incluso mejor,
Dame una semilla de oscuridad
Para enterrarla en la tierra
Y haz girar más rápido las estaciones
Para que crezca
Y la siembre de nuevo.
Y en la luz feroz
Habrá entonces bosques y campiñas,
Arboledas, huertos, prados y bosques nocturnos.
Una suave oscuridad
En la que podamos morir cuando queramos,
Una oscuridad en la que
No seremos ni hermosos ni buenos,
Sino que únicamente estaremos solos
Y sin tener que mirar;
Al cerrar los ojos, podríamos ver.

Ana Blandiana

jueves, 16 de abril de 2020

Oculto



Quédate en un ángulo
callado de mi pecho
puéblame los labios
a escondidas
desátame las cintas
sin que vea
llena mi tiempo
sin que sienta
Hazte fantasma
en el castillo de mi cuerpo
habítame
láteme
suspira
muerde
toma
después
oculta cada letra de mi nombre
y pierde para siempre
mi memoria.

LIZ DURAND GOYTÍA

martes, 14 de abril de 2020

Tú no puedes quererme


Tú no puedes quererme:
estás alta, ¡qué arriba!
Y para consolarme
me envías sombras, copias,
retratos, simulacros,
todos tan parecidos
como si fueses tú.
Entre figuraciones
vivo, de ti, sin ti.
Me quieren,
me acompañan. Nos vamos
por los claustros del agua,
por los hielos flotantes,
por la pampa, o a cines
minúsculos y hondos.
Siempre hablando de ti.
Me dicen:
«No somos ella, pero
¡si tú vieras qué iguales!»
Tus espectros, qué brazos
largos, qué labios duros
tienen: sí, como tú.
Por fingir que me quieres,
me abrazan y me besan.
Sus voces tiernas dicen
que tú abrazas, que tú
besas así. Yo vivo
de sombras, entre sombras
de carne tibia, bella,
con tus ojos, tu cuerpo,
tus besos, sí, con todo
lo tuyo menos tú.
Con criaturas falsas,
divinas, interpuestas
para que ese gran beso
que no podemos darnos
me lo den, se lo dé.


PEDRO SALINAS 



domingo, 12 de abril de 2020

LO QUE QUEDA DESPUÉS DE LOS VIOLINES



Cuando te olvides de mi nombre,
cuando mi cuerpo sea sólo una sombra
borrándose entre las húmedas paredes de aquel cuarto.
Cuando ya no te llegue el eco de mi voz
ni el resonar cordial de mis palabras,
entonces, te pido que recuerdes que una tarde,
unas horas, fuimos juntos felices y fue hermoso vivir.
Era un domingo en Hampstead, con la frágil primavera
de abril posada sobre los brotes de los castaños.
Pasaban hacia la iglesia apresuradas monjas
irlandesas, niños, endomingados y torpes, de la mano.
Arriba, tras los setos, en la verde penumbra
del parque dos hombres lentamente se besaban.
Tú llegaste, sin que me diera cuenta apareciste y empezamos a hablar
tropezando de risa en las palabras, titubeantes
en el extraño idioma que ni a ti ni a mi pertenecía.
Después te hiciste pequeña entre mis brazos
y la hierba acogió tu oscura cabellera.
A veces las cosas son simples y sencillas
como mirar el mar una tarde en la infancia.
Luego la escalera gris, larga y estrecha,
la alfombra con ceniza y con grasa,
tus pequeños pechos desolados en mi boca.
Sí, a veces es sencillo y es hermoso vivir,
quiero que lo recuerdes, que no olvides
el pasar de aquellas horas, su esperanzado resplandor.
Yo también, lejos de ti, cuando perdida en la memoria
esté la sed de tu sonrisa me acordaré, igual que ahora,
mientras escribo estas palabras para todos aquellos
que un momento, sin promesas ni dádivas, limpiamente se entregan.
Desconociendo razas o razones se funden
en un único cuerpo más dichoso
y luego, calmado ya el instinto
y rezumante de estrenada ternura el corazón,
se separan y cumplen su destino,
sabiendo que quizá sólo por eso
su existir no fue en vano.

JUAN LUIS PANERO

viernes, 10 de abril de 2020

Y que venga la noche


Regálame la risa de tus ojos, 
la tenue luz de tu sonrisa, 
y el milagro de tu nombre 
en mi boca. 
Regálame la humedad de tus besos, 
el tibio manto de tu abrazo,
y el mar embravecido de tu cuerpo 
 junto al mío. 
Regálame el amanecer de tus pasiones, 
el espejo frágil de tus lluvias, 
y tu inocencia hecha mujer 
con mis caricias. 
Regálame tu amor 
amor 
y que venga la noche…
         CARLOS ENRIQUE UNGO 

miércoles, 8 de abril de 2020

Recuerdo de una tarde


Aquel temblor del muslo
y el diminuto encaje
rozado por la yema de los dedos,
son el mejor recuerdo de unos días
conocidos sin prisa, sin hacerse notar,
igual que amigos tímidos.
Fue la tarde anterior a la tormenta,
con truenos en el cielo.
Tú apareciste en el jardín, secreta,
vestida de otro tiempo,
con una extravagante manera de quererme,
jugando a ser el viento de un armario,
la luz en seda negra
y medias de cristal,
tan abrazadas
a tus muslos con fuerza,
con esa oscura fuerza que tuvieron
sus dueños en la vida.
Bajo el color confuso de las flores salvajes,
inesperadamente me ofrecías
tu memoria de labios entreabiertos,
unas ropas difíciles, y el rayo
apenas vislumbrado de la carne,
como fuego lunático,
como llama de almendro donde puse
la mano sin dudarlo.
Por el jardín, el ruido de los últimos pájaros,
de las primeras gotas en los árboles.
Aquel temblor del muslo
y el diminuto encaje, de vello traspasado,
su resistencia elástica
vencida con el paso de los años,
vuelven a ser verdad, oleaje en el tacto,
arena humedecida entre las manos,
cuando otra vez, aquí, de pensamiento,
me abandono en la dura solución de tus ingles
y dejo de escribir
para llamarte.

LUIS GARCÍA MONTERO 

lunes, 6 de abril de 2020

Mujer de estío


Tu cuerpo está hecho de frutas,
exprimes en la noche un olor a duraznos.
Tu beso va por mi garganta
hasta mi corazón, como el agua de un caño.
Tiembla toda mi piel con tu caricia
como al soplo de Dios las alfalfas del campo.
Eres una bandeja de frutas
puesta todos los días a orillas de mis labios.

JORGE CARRERA ANDRADE    

sábado, 4 de abril de 2020

Labios bellos, ámbar suave


Con sólo verte una vez te otorgué un nombre,
para ti levanté una bella historia humana.
Una casa entre árboles y amor a media noche,
un deseo y un libro, las rosas del placer
y la desidia. Imaginé tu cuerpo
tan dulce en el estío, bañado entre las
viñas, un beso fugitivo y aquel   -"Espera,
no te vayas aún, aún es temprano".
Te llegué a ver totalmente a mi lado.
El aire oreaba tu cabello, y fue sólo
pasar, apenas un minuto y ya dejarte.
Todo un amor, jazmín de un solo instante.
Mas es grato saber que nos tuvo un deseo,
y que no hubo futuro ni presente ni pasado.

LUIS ANTONIO DE VILLENA 

jueves, 2 de abril de 2020

Hundido a mi silencio


Me vestiré sin prisa,
mientras tu luz anida
en el gemido de mi pecho,
encadenada a tus surcos,
tus barrancos y tus selvas.
Me vestiré sin prisa con la piel solitaria,
hecha colina virgen y volcán en llamas.
Tendré la sangre en celo
encadenada a tu batalla,
y tú serás vertiente y filo
en el temblor de la mañana.
Mecido en el aroma de una paz frondosa,
beberás hasta el fondo mi conciencia.
Me vestiré sin prisa, absorta frente al agua,
al viento y a las rosas,
en el suspiro invisible que vela mi silencio,
con la alegría en los ojos
y un olor a ritmo y tierra.
Recorreré la ruta de tu cuerpo ya sin miedo,
y tú, ceñido a mí,
te fundirás tormentoso a mi silencio.
Y de nuevo sí...
encadenada a tu campo,
tu estanque y tu redil  celeste,
improvisaré frutales y nidos de espumas.
Después, cuajado de tristeza... me acosarás,
y al pie de mi ventana dolerás entre mis dudas.
Me obligarás a quererte y te querré ,
lejos del río y de la entrega.

Yanira Soundy