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domingo, 21 de febrero de 2016

LA OTRA ORILLA


Algún día, cuando el aire pese como tierra sedienta sobre los cuerpos desnudos,
tal vez alcance a ser la voz de aquel peregrino que enmudeció o el agua que,
gota a gota, resbala por su pecho. Él nunca estuvo en la otra orilla pues sabe
que allí los dioses duermen en el polvo. Y sabe que cuando un hombre por azar
se duerme en la otra orilla -ese lugar que siempre ocupó la mirada-
ellos se despiertan y se contemplan en él. Si ese hombre, entonces, se despierta,
se convierte en espejo y estalla con el sol.


Chantal Maillard


miércoles, 16 de noviembre de 2011

Lo irremediable II

Las manos,

sólo las

manos encuentran

un gesto: apretarse

una

dentro

de la otra,

otra

dentro

de la una.

Entonces,

a sacudidas,

entrever

algo tan denso

y no menos

terrible

que la culpa,

una

vertiginosa

tristeza que

lo irremediable

convoca.

Chantal Maillard

sábado, 15 de marzo de 2008

TE SUPE FRÁGIL Y DESNUDO...

Te supe frágil y desnudo,
tan frágil eras, tan desnudo
que se quebró tu sombra al respirar.
Abrí la puerta y las voces del agua
adoptaron la forma de tu cuerpo.
Tan leve parecías, tan al borde
de ti
que la noche aprendió
el modo de dormirse sobre el río.

Chantal Maillard

viernes, 9 de noviembre de 2007

Llevo acostada largo tiempo

Llevo acostada largo tiempo
en la orilla. Mis pechos
son colinas cubiertas de hoja seca.
Levanto la cabeza y me contemplo:
en mis muslos el vello a punto de ser vello,
me incorporo: la hierba a punto de ser hierba,
doy un paso y despierto al agua
a punto de ser agua,
se asusta un ave negra a punto de ser ave a punto
de ser negra...
Un resplandor me ciega:
el bosque me contempla, a punto de ser bosque,
a punto de ser tuya.



Chantal Maillard