miércoles, 31 de enero de 2018

Eres Eros

Estoy tan liviana sin ti
que necesito el peso de tu cuerpo
como la rama del puñado de plumas
para poder cantar.
Por eso frágil ahora, inicio el vuelo
del arrullo hacia el encuentro.
Necesito el peso de tu cuerpo
para la danza genital que hace crujir
la quilla de mis huesos y me desarticulo
porque sólo perdiéndome en ti
logro encontrarme.
Sí, eres el eco de mis nuevos deseos.
El más antiguo calendario del amor
se repite en nosotros
y por eso sabemos que esta muerte
es una resurrección ya padecida.
Sálvame de la fragilidad de mi cuerpo
con el huracanado acento de tus músculos.
Entre tanto tapo la boca a los relojes
y me ovillo a la orilla de tus sueños.


Beatriz Zuluaga

lunes, 29 de enero de 2018

Imán

No serán suficientes las caricias para decir "te quiero",
pero mi mano aprieta el corazón
tendido como un puente hacia tu boca.
No caben más guirnaldas en mis venas,
ni más miel en tus pechos.
El más breve latido de tu carne
es un astro que tira de mis ardientes músculos
hacia su mar de brasas o carbones.
Ya en órbita,
doy forma a tu sonrisa con mis labios.

La tarde lentamente va llegando
allí donde termina el tobogán,
mientras cuento uno a uno
los gajos de ternura que me llevo a la boca.
La hostilidad del mundo,
las hélices de plomo
que cortaban el vuelo
a todos nuestros globos y cometas,
vive fuera del cuarto.
En el cuarto,
nuestro amor siembra puertos
donde las naves tienen corazones atados a los puños,
y los mapas revelan
la duda de las norias,
y las brújulas huelen
el resplandor del humo,
y los sueños desbordan los bolsillos
cada vez que se zarpa.

Monedas de sudor
acarician tus senos
y van dejando un rastro
de pisadas de estrellas.
No me duele la vida
cuando veo en tus ojos de gorrión mojado por la lluvia
lo risueño del niño
que espera sonriente como un ancla
su regalo.

No me escuecen las alas
cuando tus labios vienen a salvarme
del incendio en que vivo,
y la pasión nos toma la cintura,
y el ritmo de la sangre golpea los tabiques
y deshace la cama.

Nuestro amor empapela las paredes del cuarto
y vivimos felices entre algodón y fresas.
En la calle es distinto.
La gente nos recibe con una calurosa bienvenida
a base de volcanes,
y el odio es un revólver
que apunta nuestras manos cuando van enlazadas,
que apunta nuestros labios si nos damos un beso.
Pero somos más fuertes,
y nuestro corazón bombea en las ventanas

sin miedo a los cristales.

Ariadna García

sábado, 27 de enero de 2018

Cuando yo me haya ido

Cuando ya no esté aquí,
Y no estén mis ojos, ni mis manos
Ni los huecos abiertos a tus besos
Ni quede la memoria de mi infancia,
Sonarán todavía las palabras salidas de mi boca.
Las palabras escritas con consonantes duras
que lancé contra el mundo con mi lengua de piedra.
Y quedará lo claro de mi alma que quiso iluminar los días,
Y la cólera roja explotando las horas,
Y como una lagartija, quedará la impaciencia
Reptando por el suelo.
Quedará sobre el barro el aliento del beso
Y lo sólido reposará bajo la tierra:
El resto transparente de mis uñas,
los dientes que mordieron labios
Lo que quede de mis huesos frágiles
Que quisieron ser alas sin lograrlo.
Y ceniza, habrá ceniza.
Ceniza de la noche hacia la noche,
de la risa contigo en las mañanas,
ceniza del dolor,
ceniza de mis piernas caminando
ceniza del cansancio.

En algún sitio de este mundo,
Cuando yo me haya ido
Aun quedará el hueco de mi cuerpo sobre el suelo
Y la sombra del tuyo sobre el mío.

Beatriz Gimeno

jueves, 25 de enero de 2018

Nadar a oscuras

Con esa propensión a la tristeza
de quien está encerrado en un poliedro
voy bordando en mi carne los contornos
de un débil corazón deshidratado.

Tu gemido nocturno
golpea raíles del recuerdo
y enciende carbones
de la desesperanza.

Narcótico en la lengua
tapizo los minutos
con álbum de sueños:
tus piernas enlazadas a mis piernas.
Un temblor de estampida entre los muslos,
nuestra ropa en el suelo;
ácido que taladra
la noche como un túnel
y deja con coágulos el alma

Necesito una urgente transfusión
que deje aristas
de mi pulso hacia ti
reducidas a polvo.

Coseré las costuras
de estas horas deshechas
mientras juntas las piezas
del puzzle de mi cuerpo.


Ariadna García

martes, 23 de enero de 2018

Amor

Vuelves a mí como la luna de noviembre.
Diamante en el color de naranja inmadura,
inmerso en un azul de noche sin distancia.

Vuelves aleteando recuerdos, cenizas sepultadas
en la profundidad de los volcanes. Poemario
sofocado entre rabias y penas y cansancio.

Regresas entre líricos versos sin destino,
con el aliento triste y resignado
del que se sabe preso de otro aliento
imprudente, prohibido, sin reclamos.

Yo me sé pasajera de tu barco sin rumbo.
Tú te sabes huracán de mi calma y mi noche.

Te miraré en la luna, lima limón, inmadura naranja.
Recoge tú la espuma de las olas nocturnas
que hecha espuma, me esconderé en tus manos.


Fanny Garbini Tellez

domingo, 21 de enero de 2018

Más allá del sonido de tu nombre

Más allá del sonido de tu nombre
que me clava tu ausencia en la memoria,
donde acaba tu cuerpo,
donde comienza el mío
cada mañana, me salva la poesía.
De morirme, de hundirme, derrumbarme,
bajo la negra nube que siempre está en mi cielo,
del miedo que encarcha mis pulmones,
me salva la poesía.
De las noches terribles,
de las cavernas oscuras,
del jardín de los muertos,
de los criminales, de los olvidados,
de los cuerpos enterrados en silencio,
del olor de tu pelo, de tu ausencia,

me salva la poesía y me levanta.


Beatriz Gimeno