martes, 31 de enero de 2017

Una tarde


Mientras escribe, sin mirar al mar,
siente que la punta de la pluma se estremece.
La marea está subiendo hasta el guijarral.
Pero no es eso. No,
se debe a que en ese momento ella ha decidido
entrar en la habitación sin nada de ropa.
Adormecida, sin saber muy bien
dónde está. Se aparta el pelo de la frente.
Se sienta en el tocador con los ojos cerrados,
la cabeza hacia abajo. Repantigada. La ve
a través del vano de la puerta. Puede
que ella esté recordando lo que ocurrió por la mañana.
Después, abre un ojo y le mira.
Y sonríe dulcemente.

Raymond Carver,

domingo, 29 de enero de 2017

EL POEMA QUE NO ESCRIBÍ


Aquí está el poema que iba a escribir
antes, pero que dejé
porque te levantabas.
Estaba pensando otra vez
en aquella primera mañana en Zurich.
Nos levantamos antes del amanecer.
Durante un instante no sabíamos dónde estábamos.
Salimos al balcón que daba
al río y a la parte vieja de la ciudad.
Allí estábamos, sin más, callados.
Desnudos. Viendo como se aclaraba el cielo.
Tan conmovidos y tan felices. Como si
nos hubieran colocado allí
justo en aquel momento.

 Raymond Carver

miércoles, 25 de enero de 2017

Es maravilloso despertarse juntos

Es maravilloso despertarse juntos
en el mismo minuto; maravilloso oír
la lluvia de pronto cayendo en el techo,
sentir el aire súbitamente limpio
como atravesado por la electricidad
desde una negra malla de cables en el cielo.
Sobre nuestro techo la lluvia silba
y debajo, la mortecina luz de los besos.


Una tormenta eléctrica se acerca o se aleja;
es el aire punzante lo que nos despierta
. Si el rayo golpeara ahora la casa, se deslizaría
por las cuatro bolas de porcelana azul de arriba,
y bajaría del techo y rodearía las vallas,
y como en sueños nos imaginamos
que toda la casa presa en la jaula del ray
o sería deliciosa, más que aterradora;


y desde el mismo punto de vista simple
de la noche y acostada de espaldas
todas las cosas podrían cambiar igual de fácil,
pues siempre habrán de estar esos negros cables
eléctricos colgando para advertirnos. Sin sorpresa
el mundo podría convertirse en algo muy diferente,
tal como el aire cambia o el rayo llega sin que parpadeemos,
 tal como cambian nuestros besos sin pensarlo.

ELIZABETH BISHOP

lunes, 23 de enero de 2017

Un poema de Marichiko


Tu lengua pulsa y me penetra.
Vacía, resplandezco
con giratoria luz, como la vasta

 concha de la perla al abrirse.

KENNETH REXROTH

sábado, 21 de enero de 2017

Cerca, muy cerca pasan

Cerca, muy cerca pasan
la noche los amantes.
Giran juntos
en su sueño,

próximos como dos páginas
de un libro
que se leen una a otra
en la oscuridad.

Cada una sabe todo
lo que la otra sabe,
aprendido de memoria,
de la cabeza a los pies.


ELIZABETH BISHOP

jueves, 19 de enero de 2017

Frente



Mordisqueo tus labios de frambuesa
atrapo el lóbulo de tu deliciosa
orejita derecha
y así
        incitado
                       beso
con extrema dulzura
tus dos dedos de frente.

Rolando Revagliatti

martes, 17 de enero de 2017

Mírame sin parpadear


Mírame sin  parpadear
Somos puntos
Dijo de estrella a estrella mi querida
Dos puntos en el agua de la noche
 
En la escalera del muelle
El verano
La luz capturada por las pupilas
Dos puntos
Pero ésta luz
Persistirá por mil años.




Irina Ermakova

miércoles, 11 de enero de 2017

OLAS ROTAS



Mi piel acaricia al viento.
Absorbe las aventuras
viajeras en sus brazos 


En el remolino de la conciencia
la ilusión es tan palpable
como mi cuerpo. 


En las olas rotas del deseo
sus fotos llegan a la orilla
lisas y redondas como las piedras de la playa.
Místicas y profundas
como las voces de las rocas. 




Birgitta Jóndsdóttir

lunes, 9 de enero de 2017

EL PÁJARO DE FUEGO



El pájaro de fuego
de mi mente enferma,
este gorrión gris
que vive en lo profundo
y me hace temblar
con su continuo pío
pues parece inerme,
necesitado de amor,
a veces tiene una voz
tan tierna y nueva
que bajo su triunfo
dicto el poema.


Alda Merini


sábado, 7 de enero de 2017

CON OTRAS PALABRAS



Siempre he amado tu fondo,
nunca tu forma.
Amo la idea interior,
las raíces profundas y no las hojas.
Me enamora el césped bajo la nieve,
y el brote sin abrir.
No me deslumbra el cuerpo ajeno, 
tampoco sentir su beso.
Contemplo tu belleza,
me emocionan tus palabras.
Aunque no lo sepas.

Me llena el espacio en blanco.


Helena Bonals


jueves, 5 de enero de 2017

FIN DE AÑO



Porque sé que a este amor le pertenecen
los días que me faltan por vivir,
la realidad con su mirada inhóspita,
el deseo que nace de los sueños.
Porque lo sé, porque ya casi todo
pertenece a este amor,
como las realidades que viví,
como los sueños que me quedan.


LUIS GARCÍA MONTERO

martes, 3 de enero de 2017

Ella nunca me dijo

Ella nunca
me dijo
que sus labios
eran alas
para un vuelo
subterráneo
ni que sus ojos
podían atacar
como enjambres
de abejas sin reina 
Nunca me dijo
que sus pechos
eran hostias
de una liturgia
horizontal 
Ella
que suele decirlo todo
o casi todo
jamás mencionó
que amarla era
una ciudadanía.

MAURICIO FELLER




















domingo, 1 de enero de 2017

Compañera de celda


No me obligues a vivir
como si cada instante
fuese la tarea acumulada
que dejamos para el último minuto.

Si quieres ser mi cuerpo
no me robes la calma
ni la penumbra de la tarde
que nace tras la bruma
de un bosque encantado.

He huido tantas veces de ti,
pero siempre estás a mi lado.
Tus rodillas y mi forma de llorar,
tus manos y mi sudor,
tus ojos y mi mirada.

No me obligues a vivir
pensando que no tienes ganas
de hacerte vieja conmigo,
que existo en ti por inercia,
que no te importa que me duela
saberte tan frágil.
He tratado de ignorarte,
de evitar la sensación
de tus dedos
cuando sienten la extrañeza
de unos síntomas grises.

Mi angustia
como un aliento fantasma
se aferra al sueño de la vida
y aprende a sonreír
con tu boca a los médicos.

Si quieres ser mi cuerpo
déjame adormecerme en tus párpados,
soñar que somos una sola,
y tú no me traicionas
en la mesa de un quirófano,
que vas a despertarte conmigo
de la misma pesadilla,
que vas a sentirme
más viva que nunca en tu garganta.

No me obligues a madurar
aprendiendo a leer
el mapa de cicatrices de tu cuerpo,
no quiero reconocer otra herida
ni que confundas
el desamor con las enfermedades
y sus nudos de fiebre.
Que no pague tu cuerpo mis pecados
en el naufragio azul de los océanos,
que la distancia sea
un reloj de metal y una tarde de nieve
donde la vida quiera
aprender a besarme en tus labios.

Ana Merino