Íbamos en tu coche, de noche, por la autopista
que iluminaba apenas la aparición errática
de unos postes de luz. Tú conducías. Yo,
que no tengo carnet, sentada al lado tuyo
pensaba que quizás el amor fuera eso:
atravesar la noche en el coche de otro,
sin otra compañía y sin saber conducir.
SARAH DIANO