viernes, 26 de noviembre de 2010

Mañanas abandonadas

Te echo de menos
cuando los pájaros picotean una vieja llaga
…y me entristezco.
Te echo de menos
entre el murmullo de las hojas de otoño
y la suave lluvia.
Te echo de menos
cuando una bandada de mariposas aburridas
huye de mis manos.
Te echo de menos
cuando se despreocupa de mí
la cigüeña del minarete de enfrente
pelando una naranja a su pareja.
Te echo de menos
cuando se juntan las mañanas
abandonadas en mi lecho.
Te echo de menos
cuando las lágrimas se congelan
en mis párpados.
Te necesito, brisa cálida,
para que hagas llover.
Te echo de menos
cuando la noche cree en las calumnias
de la noche
y abandona mi terraza.
Cuando el corazón se convierte en buzón
de cartas que nunca llegan.
Te echo de menos
cuando se disuelve el silencio
y, en su soledad, la habitación se pudre.
Te echo de menos…
Cuando la pérdida se convierte
en la eterna canción
de una vida diminuta.