jueves, 2 de diciembre de 2010

COMO ROBINSON EN LA ISLA DE TU VIENTRE

En la madrugada, tendidos en la cama,

removidas las ropas y las sábanas,

con la mirada perdida en los mares del techo,

reposamos de una batalla carnal, de una emboscada

donde hemos sido amos, vasallos y esclavos.

Alzas tu mano y la dejas caer sobre mi vientre

deslizándola, experta y embriagada,

hasta tocar la base de mi mástil caído

tras el dulce naufragio entre tus brazos.

Con hábiles dedos enderezas su furia,

con mojado placer endureces su instinto.

Mi dedo índice repasa la silueta sinuosa

de tu cadera y la cordillera de tus costillas

hasta rozar el membrillo de tu pecho y sentir,

bajo la yema trémula de mi dedo,

el despertar erizado de tus pezones rebeldes.

Hundo mi cabeza en tu regazo y mi boca bebe

el calor que emana el pozo de tu ombligo.

Sin embargo, tu mano empuja mi cabeza

para que sacie mi sed un poco más abajo.

Entre tus piernas trepa la humedad de mi lengua

para alcanzar la felpa donde mi boca busca

la sonrisa vertical y salada de tus secretos labios.

Frente a la grieta de tus costas rotundas

me sé nuevamente perdido en un naufragio.


JOSÉ LUIS GARCÍA HERRERA