Aquí contra mi piel el soplo
de tu respiración dormida
Y
al otro lado afuera
El susurro del viento errante por la noche
Que
trae de los trasfondos la efusión solitaria
Del tumulto callado
de las cosas
Y entre uno y otro soplo
Con las alas abiertas
cayendo por el tiempo
La extensión del abrazo
de un dichoso yo
mismo de musical ausencia
Que bebe un hondo río de amor y de
misterio
Cuyas dos manos son
Dos alientos disímiles.
Tomás Segovia