jueves, 29 de diciembre de 2011

Leerte

Leerte las manos, el tacto, los ojos,

la cintura, el pelo, la piel, la mirada,

las yemas de los dedos, los fríos labios,

la sonrisa, el firmamento de tu espalda.

Leerte la música que tocas al piano,

leerte la que escuchas, la que evitas,

los movimientos que haces cuando andas,

la quietud de tus pasos en la sombra.

Leerte y sorprender tu libro en blanco.

Miedo a escribir renglones imprecisos

que tengan un final inesperado.

Creer en un final que sea comienzo.

Leerte y olvidar lo que he leído,

leerte y hacer nido en mi memoria,

saltar algún capítulo sin duda,

anticipar epílogos, diálogos.

Leerte del derecho y del revés,

con furia arrancar páginas manchadas

hacer anotaciones, corazones

al margen de tu libro inexplorado.

Leerte hacia fuera o hacia adentro,

saciar la sed de letras y de vida,

beber de tus palabras y embriagarme,

darte a beber mi verso, desnudarme.

Eso es -en parte- amar: leer (leerte)

y abrirme para que tu amor me lea.



LAURA CARO

domingo, 25 de diciembre de 2011

IX

Me despiertas,
Apartas mis muslos, y me besas.
Te regalo el rocío
De la primera mañana del mundo.


Kenneth Rexroth

viernes, 23 de diciembre de 2011

Desde un puerto



Ese barco era un árbol
y ahora
el mar piadoso
en cada ola le borra
el recuerdo de un pájaro.
Así, en cada amante,
al indefenso ausente
-sin rumor ni sangre-
rasgo a rasgo
el tiempo borra.
El tiempo, y el mismo amor
que -ávido de ser-
hunde su memoria en otra piel
ya un cuerpo en otro inmola.

Olvidar es morir
y renacer otra persona.

Eduardo Mitre

miércoles, 21 de diciembre de 2011

No Hay Palabras

Tocas un cuerpo, sientes su repetido temblor
bajo tus dedos, el cálido transcurrir de la sangre.
Recorres la estremecida tibieza,
sus corporales sombras, su desvelado resplandor.
No hay palabras. Tocas un cuerpo; un mundo
llena ahora tus manos, empuja su destino.
A través de tu pecho el tiempo pasa,
golpea como un látigo junto a tus labios.
Las horas, un instante se detienen
y arrancas tu pequeña porción de eternidad.
Fueron antes los nombres y las fechas,
la historia clara, lúcida, de dos rostros distantes.
Después, lo que llamas amor, quizá se torne forzada promesa,
levantado muro pretendiendo encerrar,
aquello que únicamente en libertad puede ganarse.
No importa, ahora no importa.
Tocas un cuerpo, en él te hundes,
palpas la vida, real, común. No estás ya solo.

Juan Luis Panero

martes, 20 de diciembre de 2011

Mi amor por ti es mucho más que amor...

Mi amor por ti es mucho más que amor,
es algo que se amasa día a día,
es proyectar tu sombra junto a mí,
hacer con ellas una sola vida.

Las miradas que ya al conocer
se hablan entre sí en la distancia,
no hacen falta palabras...qué más da!
si ya interpretamos lo que claman.

Los mil detalles que tienes tú por mí,
mi descaro al advertir en lo que fallas,
el sincerarme cuando hay que decir
lo que sinceramente no se calla.

Mi amor por ti es mucho más que amor.
Mi amor por ti es como una nevada,
un torrente de luz, algo tan bello...
como ponerse el sol o amanecer el alba.

Roque Dalton

domingo, 18 de diciembre de 2011

UNA CARICIA/ UNA CAREZZA

Vieni amore mio dolce, ho sete di te.

Mi basta solo una lieve carezza

che faccia tremare un pò la mia vita,

una carezza,

una carezza delle tue mani

che facciano sbocciare

sulla mia bocca un sorriso d'amore.

UNA CARICIA

Ven dulce amor mio, tengo sed de ti.

Me basta solamente una leve caricia

que haga estremecer un poco mi vida,

una caricia,

una caricia de tus manos

que hagan florecer

sobre mi boca una sonrisa de amor.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Con la lengua

Deseo escribir una loa
en honor de tu sexo:
Nido oculto entre la fronda
y las lomas de tu cuerpo.

Abro el Diccionario
de la Lengua Española.
Suavemente mis dedos
separan sus sabias hojas.

Leo, releo y, tras una pausa,
transcribo al pie de la letra:
Adufa: plancha, compuerta
para cortar el paso del agua.

Corola: segundo verticilo
de las flores completas...
Brasa: carbón encendido,
rojo por la total incandescencia...

Salto, chispeante, a la zeta:
Zaguán: espacio cubierto
situado dentro de una casa,
y que sirve de entrada a ella...

Eduardo Mitre

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Perplejidad

Qué cosa extraña, Lejana:
nunca te recuerdo desnuda,
siempre llevas algo puesto:
un abrigo rojo,
una falda larga
y, en pleno verano,
una blusa cerrada.

No, nunca amanecen en mi memoria
tus senos descubiertos,
ni tus muslos,
ni el fino triángulo
que cubría tu sexo.

Tu desnudez permanece
como una flor en la sombra,
como si alguien me castigara
devolviéndote
no solo a tu misterio
sino también a tu virginidad.

Y pensar que, entonces,
ardíamos juntos
como un par de leños.

Qué riguroso, Lejana, el modo
en que volvieron a vestirte
las manos del tiempo.

Eduardo Mitre

jueves, 8 de diciembre de 2011

Soplos en la noche

Aquí contra mi piel el soplo
de tu respiración dormida
Y al otro lado afuera
El susurro del viento errante por la noche
Que trae de los trasfondos la efusión solitaria
Del tumulto callado de las cosas
Y entre uno y otro soplo
Con las alas abiertas cayendo por el tiempo
La extensión del abrazo
de un dichoso yo mismo de musical ausencia
Que bebe un hondo río de amor y de misterio
Cuyas dos manos son
Dos alientos disímiles.
Tomás Segovia

viernes, 2 de diciembre de 2011

Mujer dormida

Desde aquí veo tu casa
rodeada por el aire
de esta mañana lívida.
Veo tu puerta cerrada
y el balcón entreabierto,
siempre entreabierto
para librarte de los sueños malos.
Me asomo y veo tu cuerpo
entre las sábanas,
siento tu respiración lenta.
Todo está vivo.
La sangre cumple su trabajo
y transcurre sin prisa
por tus sienes
para que tú te duermas.
Miles de vidas siguen
en un solo, prodigioso segundo
de ese tiempo tan diferente al tiempo
que nos manda a la calle
y nos dicta sus leyes,
nos obliga a correr y va pasando
como pasan los ríos.
Siento tu desnudo
creciendo en la cama.
Un cuerpo dormido
nos entrega la paz del mundo.
Me voy sin hacer ruido.
Te dejo en el país
construido por el sueño.
Al irme siento que sonríes.
Los ángeles del otoño,
con un dedo en los labios,
le ordenan a la vida
que no te despierte.

Hugo Gutiérrez Vega