Ni siquiera conozco tu sombra. Sin embargo regreso sin descanso y me tiendo a tu lado en tu voz en tu sed en el tacto insaciable con que rastreo a ciegas tus rasgos con mis dedos. Y te llevo a mi piel. Y siento que tus muslos aprietan con el celo de lo deshabitado. Gozamos el secreto pacto de lejanías que anuda nuestros cuerpos en una memorable batalla despojada de heridas y arrogancias. Una trama ilesa bellamente perversa insiste en atraparnos. Y estamos atrapados aquí en el Sur más sur. En esta factoría de la imaginación oculta en el reverso de los acantilados.
Ana Emilia Laihitte