Sé de qué lado ando
lo que defiendo,
qué bandera elijo,
igual que sé el color de tus ojos
y el hueco de tu ausencia.
Sé la medida del dolor
que soporta un hombre
y la del amor
que entrega a puñados
una mujer.
Conozco el calor que no se olvida
cuando se tuvo en brazos
un niño dormido
o un hombre despierto.
Recuerdo que fui niña
y el largo camino
que me cambió en mujer.
Ahora que sé tanto
y me queda por aprender
todo lo que aún desconozco,
tomo lecciones
cada madrugada
y a la vida
le pregunto sin miedo,
como niña,
entusiasmada por cada respuesta
que me ofrece.
BEGOÑA ABAD