Yo no quiero pedirte ni cambiarte.
Ni robarte de ti
un solo segundo.
Pero de esas horas que conmigo pasas
no puedo renunciar
ni un solo instante.
Yo quiero susurrarte con los ojos,
mirarte con mis manos,
rozarte en besos.
Sentirme sólo tuya en los abrazos
que incluso, cuando breves,
son eternos.
Que siga sin haber resto del mundo
cuando te tengo cerca,
cuando vienes.
Cuando llego corriendo a tus encuentros,
cuando sólo tú existes.
...Tú, y tus besos.
Pero quiero también, aunque te extrañes,
sentir de vez en cuando
tus ausencias.
Notar el hueco que dejas a mi lado,
palpar cuando no estás,
vivir la espera.
Y encontrarme de pronto
que apareces,
que me cambias el alma,
que me envuelves
en un mundo de magia y de burbujas.
Mi hechicero de besos,
cuando llegas,
no existe más que el mundo
que tú formas.
Carmen Hernaiz