miércoles, 10 de junio de 2009

NO HAY MAR QUE NO CONTENGA UN CIELO

Siempre me esperas,
palpitante en el blanco
de la página,
invisible,
como si allí no hubiese nadie.
Es inútil.
Yo sé que no estoy sola.

Te busco
en la oscura inquietud
de estas aguas revueltas.
En el falso fulgor
que me ofrecen.
En el provocativo
perfil con que me miran
transparentes
las olas.

Y es que siempre te ocultas
en medio de palabras.
Yo no te invento: estás.
Y por eso penetro,
impaciente,
en el lienzo desnudo del poema,
sin saber hasta dónde
esta noche
me llevarán tus brazos.

Ángeles Mora