Este mundo con trenes que, al alejarse, dejan
como un escalofrío recorriendo el paisaje.
Este mundo con hadas y unicornios
que gobiernan mi piel y viven en tus manos.
El mundo que no existe.
Hoy duermes junto a mí y brillas en la noche,
estatua blanca en el jardín de un sueño.
Mañana no estarás o serás otra.
Mañana, cuando mates ángeles y sirenas.
Mañana, cuando quemes nuestros bosques.
Yo me esconderé en ti como un centauro herido:
El último centauro, el que recuerda
su mundo azul desde una gruta oscura.
Quién será esta mujer a quien hoy doy mi vida.
BENJAMÍN PRADO