Supón que me presento
cualquier día en tu casa.
Que digo: "Hasta aquí hemos llegado"
que cierro las ventanas,
apago las cortinas,
los libros, los periódicos.
Supón que me presento
cuando menos lo esperas.
Ya puedo disfrutar
tu mirada de asombro,
el lecho abandonado,
los sentidos alerta.
Supón que te desnudo
con besos y sonrisas,
conjuro tus fantasmas,
asalto tu desvelo,
amanezco en tu sombra,
y me marcho,
y me juras
-dentro de un orden, claro-
fidelidad eterna.
María Rosal