jueves, 10 de febrero de 2011

TE QUIERO

TE QUIERO, es mejor decirlo así, sin tragar saliva,
sin hacer acotaciones al pie de página,
o complicarme pensando por qué lo digo.
Mejor sería decirte: –está bien,
hagamos el amor sin ningún contrato,
sin dividir, claro está, nuestros cuerpos en partes iguales,
todo muy legal o conyugal, además de sedentario.
Pero no. Te quiero y con eso me basta
para que entre vos y yo haya una luna preciosa y domesticada,
y me importe un pito si Dios lo quiere o no,
si la sociedad lo aprueba o no,
al final somos nosotros los que disfrutan el amor,
el uno contra el otro, el uno sobre otro,
el uno cerca del otro y así sucesivamente
hasta deshacernos en polvo y estrellas.
Si te lo digo sin dudarlo es para que lo sepas
y se lo cuentes a tus amigas y amigos,
al perro y al gato, allá ellos.
Puede parecer ridículo a estas alturas
en que me siento postmoderno, prehistórico
e irremediablemente una especie de animal político.
Pero si vos me lo decís mordiéndome el cuello
o deslizando tus manos como pájaros o espuma,
entonces posiblemente alguien no comprenda
porque lo escribo,
y según ellos debiera preocuparme por asuntos
más poéticos y trascendentes
que no cabe en la sencillez con que te quiero.