lunes, 13 de febrero de 2017

INTERRUPCIÓN FILOSÓFICA



Al ver tu cuerpo desnudo
pienso en la correspondencia entre
la carne y el espíritu. Los hombros,
por ejemplo, son el soporte
del alma que habita el cerebro;
los senos corresponden a una
doble esencia, y cuando los
toco con las manos siento
el vértigo abstracto de un
diámetro que acompaña la línea de la
idea; y toda la extensión en torno
del ombligo corresponde a ese centro
de un puro concepto que sólo se
agota en el perfil de las nalgas. Más
abajo, sin embargo, el triángulo del pubis
presenta la perfección del sentido
que sus ángulos delimitan;
y en el vértice exterior, el sexo es
la designación de la cosa inexpresable,
y el movimiento que lo hace vivir
da forma a la presencia de algo
cuya intangibilidad se completa
en el término material de las piernas,
colocadas en la horizontal del busto
y delimitadas por la luz de un axioma
cuya lógica se realiza en la simple
posesión, cuyo final me revela
ese fondo de unos ojos abiertos
en que se ilumina el enunciado
de lo humano. Pero luego tu risa
me lleva lejos de la filosofía,
y recomenzamos, limitando el amor
al proceso natural que pone
entre paréntesis el alma.
Nuno Júdice