Con esa propensión a la tristeza
de quien está encerrado en un poliedro
voy bordando en mi carne los contornos
de un débil corazón deshidratado.
Tu gemido nocturno
golpea raíles del recuerdo
y enciende carbones
de la desesperanza.
Narcótico en la lengua
tapizo los minutos
con álbum de sueños:
tus piernas enlazadas a mis piernas.
Un temblor de estampida entre los
muslos,
nuestra ropa en el suelo;
ácido que taladra
la noche como un túnel
y deja con coágulos el alma
Necesito una urgente transfusión
que deje aristas
de mi pulso hacia ti
reducidas a polvo.
Coseré las costuras
de estas horas deshechas
mientras juntas las piezas
del puzzle de mi cuerpo.
Ariadna García