Déjame que lo dicho
no se parezca en nada
a lo pensado.
Y que lo pensado,
si alguna vez fue dicho,
no se parezca en nada
a su música.
Déjame creer que lo pensado
y su música son huecos
que se necesitan,
que se atraen
como dos amantes
sin reproches.
Déjame creer que lo dicho
lo pensado
y su música tienen
cada cual lastres propios,
y que ninguno se colma
en el otro;
acaso en su dispersa
inmensidad,
en su sutil
equidistancia.
Ernesto García López