miércoles, 12 de diciembre de 2012

CAFÉ CANELA

Café canela de a sorbos,
derrochamos las palabras
por designio del destino
escondidas de infortunio,
al crepúsculo testigo
tarde en llamas de un otoño.

Nos sentamos, conversamos,
tú dijiste muchas cosas
y yo dije muchas otras,
café canela sorbiendo...
soltando audaces miradas
en compases vespertinos.

Súbitamente y sublime
la noche nos fue cubriendo,
bastó un silencio profundo
y una pregunta azarosa,
café canela de a sorbos...
Y tu infinita mirada
se reflejó en mis pupilas,
como en un mar de ansiedades.

Antes que el café se acabe,
sí, tus manos y mis manos
se encontraron de improviso
y un huracán de amapolas
ardió en medio de esa magia.

Café canela de a sorbos,
en la cuenta regresiva
tras el tiempo ya perdido,
recorrimos de inmediato
el camino fugitivo
de prohibidas melodías,
de encendidas madreselvas.

Café canela de a sorbos,
florecieron nuestros labios
de néctar y nardos vivos.

Ahogada en café la noche,
penetraba imperturbable
en un sudor sin preguntas
en un sudor sin respuestas.

Mientras, rompimos las reglas
sobre el amor en silencio,
sobre el amor al desnudo
y un manantial de jazmines
y de mieles muy sabrosas
lento y profundo invadía
los cuencos de mis entrañas,
disuelto en café canela.

Con sabor café canela,
mi cuerpo de mar se hizo,
tu piel mi bahía fue,
a los pies erupcionados
del volcán que despertamos.

María Eugenia Ayala