martes, 4 de diciembre de 2012

Pequeño elogio de tu olor

    De tierra fresca eres: en la noche
    Me hueles a terreno trabajado.
    Tu olor de tierra en celo se me acerca
    y  me navega el cuerpo como un barco.
    Olor a entraña viva, a tierra jovenc
    ruzada de raíces como brazos.
    Conozco bien tu olor. Lo reconozco
    como casa que yo siempre habitara.
    Palpo tu olor lo mismo que una fruta
    y sé de que regiones se te escapa.
    Huelen a tierra húmeda tus ojos.
    Huelen a tierra fresca tus espaldas.
    Huelen a tierra negra tus cabellos.
    A tierra sembradía huele tu alma.
    A tierra fertilísima tu vientre.
    Tu boca a tierra de caverna cálida.
    A tierra florecida tus dos pechos.
    Huele tu pubis como tierra arada.

    Por tu olor voy a ti y eres entonces
    mi tierra más cercana y más querida.
    Te siembro la semilla de mi beso,
    la semilla infantil de mi alegría
    Y juntos somos una yunta alegre:
    la tierra fresca tú. La tierra viva;
    yo el sembrador que siembra entusiasmado
    y acaba él mismo haciéndose semilla.
    Jorge Debravo