No es sólo la pasión de los abrazos,
la
saliva, el aroma, el vértigo, los besos
o el plácido desvelo de
la ausencia.
Mi amor es la fábula y la trama,
el relato
interior que sigue a cada encuentro,
la glosa que acompaña los
adioses,
el minucioso examen de las frases
y el eco que tu voz
le pone a mi silencio.
Mi amor es ser feliz y no
engañarme
anticipando el daño del negro desengaño,
cuando el
sexo se esfume en el recuerdo
remoto y resentido de un orgasmo.
El
consentir la calma en las mareas
y atesorar las horas y los
días
de la fiesta de luz que celebramos,
del banquete voraz de
los sentidos.
Y abolir la frontera de los cuerpos,
detenernos,
subiendo la escalera,
a besarnos en todos los peldaños.
Leopoldo Alas Mínguez