martes, 26 de noviembre de 2013

La caricia perdida


Se me va de los dedos la caricia sin causa,
se me va de los dedos... En el viento, al pasar,
la caricia que vaga sin destino ni objeto,
la caricia perdida ¿quién la recogerá?

Pude amar esta noche con piedad infinita,
pude amar al primero que acertara a llegar.
Nadie llega. Están solos los floridos senderos.
La caricia perdida, rodará... rodará...

Si en los ojos te besan esta noche, viajero,
si estremece las ramas un dulce suspirar,
si te oprime los dedos una mano pequeña
que te toma y te deja, que te logra y se va.

Si no ves esa mano, ni esa boca que besa,
si es el aire quien teje la ilusión de besar,
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
en el viento fundida, ¿me reconocerás?

Alfonsina Storni

domingo, 24 de noviembre de 2013

EL INTRUSO


Amor, la noche estaba trágica y sollozante
cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura;
luego, la puerta abierta sobre la sombra helante,
tu forma fue una mancha de luz y de blancura.

Todo aquí lo alumbraron tus ojos de diadema;
bebieron en mi copa tus labios de frescura,
y descansó en mi almohada tu cabeza fragante;
me encantó tu descaro y adoré tu locura.

¡Y hoy río y tú ríes, y canto si tú cantas;
y si tú duermes, duermo como un perro a tus plantas!
¡Hoy llevo hasta en mi sombra tu olor de primavera;

y tiemblo si tu mano toca la cerradura,
y bendigo la noche sollozante y oscura
que floreció en mi vida tu boca tempranera!

Delmira Agustini




viernes, 22 de noviembre de 2013

Ella



Ella está hecha a semejanza de las cosas que amo.
Se parece a la noche,
o mejor: a una noche sin ausencias.
Ella es exacta.
Cuando la noche escurre, su cuerpo se humedece.
Me permite trepar por mis temblores
y agitar su nombre desde la oscuridad.
Ella es irrepetible.
Nació en las piedras donde empieza mi desorden.

EDUARDO LANGAGNE

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Amor sádico



Ya no te amaba, sin dejar por eso
de amar la sombra de tu amor distante.
Ya no te amaba, sin embargo el beso
de la repulsa nos unió al instante…
Agrio placer y bárbaro embeleso
crispó mi faz, me demudó el semblante;
ya no te amaba, y me turbé no obstante,
como una virgen en un bosque espeso.
Y ya perdida para siempre, al verte
anochecer en el eterno luto,
mudo el amor, el corazón inerte,
huraño, atroz, inexorable, hirsuto,
jamás viví como en aquella muerte,
nunca te amé como en aquel minuto!

JULIO HERRERA Y REISSIG

lunes, 18 de noviembre de 2013

Terror de amarte en un sitio tan frágil como el mundo


Terror de amarte en un sitio tan frágil como el mundo.

Pena de quererte en este lugar de imperfección
donde todo nos parte y enmudece
donde todo nos miente y nos separa.

Sophia de Mello Breyner Andresen

sábado, 16 de noviembre de 2013

Hoy

Hoy, podría beber de tus labios
el agua más pura del invierno,
o devorarlos, con el hambre que
sólo el amor sacia, hasta que un
rojo de fruto los pinte
con su color.

Hoy, podría aspirar de una
sola vez todo el perfume
de tu cuerpo, y sentirte
dentro de mí, llenándome
los pulmones con el aire más
fresco de la primavera.

Hoy, podría cosechar en tus
cabellos un viento de nube,
y verlos volar sobre el azul
que un día vestiste y aún
está en mis ojos, con
el brillo caliente del verano.

Hoy, podría cubrirte con
mis brazos, y guardar conmigo
la dulce luz de tus senos, para
guiarme cuando tu ausencia
me duele, como un breve
sol de otoño.



Nuno Júdice  

jueves, 14 de noviembre de 2013

Ábreme

Ábreme le pido ábreme
impulsa con tus labios mi saliva
abre canales a mis aguas abre mi piel
ensancha las zanjas de mi boca
desarraiga mi pecho enmohecido ahuécalo con tu soplo
expande con tu susurro nuevo mis alvéolos
llena de preguntas el ramaje de mi pelo
golpea todas mis puertas mis ventanas
las ranuras secretas las perversas —esas que guardo
bajo cinco llaves—
descerrájalas con tu aliento
penetra con tu latido en mis oídos quiero escuchar
cómo nombras
el quejido del mundo más allá del espiral de mi eco

Abre mis labias
recórrelas a ver a qué nostalgias te sabe su secreto
recoge mi temblor en un haz y dispérsalo
junto con tu huracán desata mis pupilas de su amarra de
colores furtivos
libera el remolino de mi voz en tu canción nocturna
abre mi mano y deposita en su palma tu mariposa quebrada
baja hasta filtrar tus gotas una a una
en las mías deja escurrir tu herida
ábreme canturreando en sordina
a eso has venido
con tu sabor de miel enredado en los dedos


Soledad Fariña

martes, 12 de noviembre de 2013

En la secreta casa de la noche

Cuando ella y yo nos ocultamos
en la secreta casa de la noche
a la hora en que los pescadores furtivos
reparan sus redes tras los matorrales,
aunque todas las estrellas cayeran
yo no tendría ningún deseo que pedirles.

Y no importa que el viento olvide mi nombre
y pase dando gritos burlones
como un campesino ebrio que vuelve de la feria,
ni que las madres cierren todas las puertas
porque ella y yo estamos ocultos
en la secreta casa de la noche.

Ella pasea por mi cuarto
como la sombra desnuda
de los manzanos en el muro,
y su cuerpo se enciende como un árbol de pascua
para una fiesta de ángeles perdidos.

El último tren pasa como un temporal
remeciendo las casas de madera,
las madres cierran todas las puertas
y los pescadores furtivos van a repletar sus redes
mientras ella y yo nos ocultamos
en la secreta casa de la noche.



Jorge Teillier

lunes, 4 de noviembre de 2013

Confesión


Yo huelo a ti.
Me persigue tu olor, me persigue y me posee.
No es este olor un perfume sobrepuesto sobre ti,
no es el aroma que llevas como una prenda más:
Es tu olor más esencial, tu halo único.
Y cuando ausente mi vacío te convoca,
una ráfaga de ese aliento me llega del lugar más tierno de la noche.
Yo huelo a ti
y tu olor me impregna después de estar juntos en el lecho,
y ese fino aroma me alimenta
y ese aliento esencial me sustituye.
Yo huelo a ti.

DARÍO JARAMILLO A.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Dame amor, dame olvido, dame tiempo

Dame amor, dame olvido, dame tiempo
Dame tu pelo, dame
su ramo torrencial de jaspe vivo.
dame tus ojos, dame
sus ópalos en llamas que lastiman.
Dame tus dientes, dame
su brillo en el clavel y su dominio
que contiene el embate de mi lengua.

Dame tu pecho, dame
la copa deleitosa de miel tibia.
Dame tu muslo de oro,
el pubis de violetas y rocío.
Dame tu boca, dame
la oreja de hostia fina,
tu garganta de pájaro celeste.

Dame tus hombros, dame
la cadera caudal y la cintura,
el árbol, la serpiente de tu espalda,
tus piernas que se queman en el frío.
Dame tus uñas, dame
su filo de navaja y media luna
en la secreta oscuridad del cielo.

Dame tus manos largas
que saben anudar tanta delicia.
Tu axila de sal dame,
tus nalgas siempre vivas.
Como el agua cantando, atardeciendo,
como el aire de nieve y aleluya
me sumiré en tu mar, hablará el fuego.

Dame el mar que te habita costa a costa
y la niña fragancia de tus islas,
la campana que tiembla en el crepúsculo,
el sonido despierto, el que anochece.
Dame luz y palabras y silencio.
Dame tiempo y lugar, dame la nada,
dame amor, dame olvido, dame muerte.

FERNANDO GONZÁLEZ-URÍZAR