Cállate, nada
digas.
No quiero que
disipes
este blando
misterio...
Deja que en el
hondor
de los minutos,
se asfixien las
palabras
y arda sólo el
deseo.
Bésame así,
despacio.
Qué profundos tus
ojos,
dos silencios
tocados con un velo
de caricia
tiñendo la blancura
de mi carne
con el oro rosado
del incendio.
¡Qué flexible tu
boca!
Tiene a veces
palpitación de
ruego,
o es tan cálida y
suave,
como una fruta bajo
el sol madura
o como el pálido
rubor de un seno.
Bésame
así.....despacio.
Que tu lengua como
una llama viva
alimente mis sueños,
y después en mi
lánguido abandono,
sea una brisa limpia
brillando en los
jazmines de mi lecho.
¿Y dices que es un
tósigo en mis noches
de soledad ansiosa
tu recuerdo?
Pero no, que el
veneno me lo diste
entre los opios
tibios de tu aliento.
Así...despacio.
Que mi cuerpo todo
para tus labios sea
tibio
estremecimiento,
y que tu vida
baje hasta mi vida
bajo la muda
encarnación
de un beso.
Laura Victoria