Tus labios inquietos
por mi cuerpo
encendían astros...
en el cuerpo del bosque
las luciérnagas
de vez en cuando
insinuaban
fosforescentes caricias...
y el cuerpo del silencio palpitaba
se agitaba
con los cascabeles
del cri-cri basculante
de los grillos que imitaban
la música de tu boca...
y en el cuerpo de la noche
las estrellas cantaban
con la voz trémula y resplandeciente
de tus besos...
Gilka Machado