Siempre seré tu
mujer.
No hay sumisión
en esta entrega.
Las caderas que
dócilmente se curvan
son mías y no. El
roce es lento.
La lengua sedosa
busca tu red de
nervios en la oscuridad.
Cada nueva
estación
acepto este juego
de espejos
en el que tú y
yo, es decir,
una parte de tu
cuerpo entra en mi cuerpo
y viceversa.
Siempre seré la
que espía.
Y se divide para
mejor mirarse, hasta encontrar
la oscura
fisiología de las cosas,
el animal que
sigiloso repta entre mis venas
y que pulsa y se
agita
sobre la tibia
esfera de tu vientre
encaramado y fijo
sobre la tibia
carne de mis pechos.
La que indaga y
persigue: ésa soy.
La que atrapa y
domina hasta la náusea.
Y luego se tiende
y repite obsesiva
el pálido gesto
de la entrega:
las fisuras
ardientes / el furor en los ojos
los fluidos y
goznes que a ti me atan.
Mariela Dreyfus