Mi amor no tiene rostro.
Sólo tiene palabras luminosas.
Mi amor es puntual
y cada noche
recojo en mi buzón
su mensaje cifrado.
Enciendo el aparato, parpadea...
Escribe con mayúsculas los besos
y acaricia su cuerpo en letras de colores.
No hay temor al contagio.
Tan sólo su locura me estremece
y yo se la devuelvo
en megabytes desordenados,
-ebria de amor,
ya libre-, acariciando
mi sistema binario desbocado,
mis ventanas al viento con el alba,
el CD Rom tan terso, la memoria...
Tantas noches de amor son un regalo.
María Rosal