No hay uvas aquí
ni chocolates
ni tu tacto sobre el cuerpo
ni el viento doblegando el horizonte,
pero el aire conserva tu aroma
en todo lugar
donde circula el tiempo.
Ha quedado la luz encendida
desde entonces
e ilumina todo el espacio
en todas partes.
La dicha flota
en el arte
y en callejones de historia
donde se pregona el canto de los tiempos.
Entre objetos y espacios
se encuentra el rumor
del aire de tus días.
Roberto Arizmendi