Qué importa que te andes por las ramas
o te muestres de oro aunque seas de plata,
si llegas, ves y vences
como luna de enero en el cielo de escarcha.
Nada puede importarme, sabes bien
que yo te quiero malo y conocido,
por conocer y bueno, bien lo sabes.
Abre mi corazón, escúchate en mi sangre,
hondo río que arrastra amapolas mojadas.
IRENE SÁNCHEZ CARRÓN