Dame un poco de ti, llena mi copa
con la lluvia que ayer tocó tu pelo,
hilos de manantial, gotas de mayo
en la oscura pureza de su forma.
Deja que me acaricie la garganta
y esclarezca la voz para nombrarte
su cauce presuroso, el mar o el río
resonando hacia el fin. Escanciaré
el fondo de cristal con los destellos
del líquido que amolda su deleite.
En la orilla la sed serán los labios
nocturnos animales que celebren
el correr bermellón de nuestra sangre,
un hálito del bosque a flor del agua.
Jorge Valdés Díaz-Vélez