Tus ojos.
No puedo apartarme de tus ojos.
Están fijos, abiertos sobre mí,
separados de tu rostro.
Son todo tu cuerpo y son el alma tuya.
Son una luz que hiere, tierna.
Tu mirada viene sobre mí como un rayo
de miel, como una honda flecha que me hace
yacer herido sin remedio.
De tu mirada cae una pregunta
y yo te digo
esa palabra que humedece el beso
con que cierro tus ojos
para que se diluyan lentos en mi sangre y mi alma.
Isaac Felipe Azofeifa