miércoles, 12 de septiembre de 2012

Tus ojos.

No puedo apartarme de tus ojos.

Están fijos, abiertos sobre mí,

separados de tu rostro.

Son todo tu cuerpo y son el alma tuya.

Son una luz que hiere, tierna.

Tu mirada viene sobre mí como un rayo

de miel, como una honda flecha que me hace

yacer herido sin remedio.

De tu mirada cae una pregunta

y yo te digo

esa palabra que humedece el beso

con que cierro tus ojos

para que se diluyan lentos en mi sangre y mi alma.

Isaac Felipe Azofeifa