Es maravilloso
despertarse juntos
en el mismo minuto;
maravilloso oír
la lluvia de pronto
cayendo en el techo,
sentir el aire
súbitamente limpio
como atravesado por
la electricidad
desde una negra
malla de cables en el cielo.
Sobre nuestro techo
la lluvia silba
y debajo, la
mortecina luz de los besos.
Una tormenta
eléctrica se acerca o se aleja;
es el aire punzante
lo que nos despierta
. Si el rayo
golpeara ahora la casa, se deslizaría
por las cuatro
bolas de porcelana azul de arriba,
y bajaría del
techo y rodearía las vallas,
y como en sueños
nos imaginamos
que toda la casa
presa en la jaula del ray
o sería deliciosa,
más que aterradora;
y desde el mismo
punto de vista simple
de la noche y
acostada de espaldas
todas las cosas
podrían cambiar igual de fácil,
pues siempre habrán
de estar esos negros cables
eléctricos
colgando para advertirnos. Sin sorpresa
el mundo podría
convertirse en algo muy diferente,
tal como el aire
cambia o el rayo llega sin que parpadeemos,
tal como cambian
nuestros besos sin pensarlo.
ELIZABETH BISHOP