Si quisieras oír lo que me digo en la
almohada
el rubor de tu rostro sería la
recompensa
Son palabras tan íntimas como mi
propia carne
que padece el dolor de tu implacable
recuerdo
Te cuento ¿Sí? ¿No te vengarás un
día? Me digo:
Besaría esa boca lentamente hasta
volverla roja
Y en tu sexo el milagro de una mano que
baja
en el momento más inesperado y como
por azar
lo toca con ese fervor que inspira lo
sagrado
No soy malvado trato de enamorarte
intento ser sincero con lo enfermo que
estoy
y entrar en el maleficio de tu cuerpo
como un río que teme al mar,
pero siempre muere en él.