Hace miles de años, alguien pintó un
bisonte en Altamira
para que yo te quiera.
Para que yo te quiera, se han hecho y
se han deshecho
castillos y pirámides.
Te quiero por el Big-bang,
por la Biblia, por Darwin.
Te quiero porque no somos microscopios.
Sin duda repetimos, al querernos, los
gestos de otro amor
que nació siendo anciano.
No vamos a inventar la poesía.
El beso ya lo esculpió Rodin.
Tal vez sólo podamos escoger
si deprisa, o si contigo.