Te desfallecías de mil maneras
Y murmurabas tantas cosas…
Y yo, así como se saborea una fruta
Te besaba con toda la boca
Un poco por todas partes, monte, valle, llanura.
Era de una elasticidad,
De un resorte verdaderamente admirable:
Dios… ¡Qué aliento y qué cintura!
Y tú, querida, por tu parte,
Qué cintura, qué aliento y
Qué elasticidad de gacela…
Al despertar fue, en tus brazos,
Pero más aguda y más perfecta,
¡Exactamente la misma fiesta!
Paul Verlaine