Estuviste en mi miedo
Velaste durante mi noche oscura
Me acompañaste por los meandros de mí
con la pértiga de un navegante experto
saltaste conmigo a la tormenta
de las pasiones de los demonios de la
razón
con tu confiada sonrisa por toda
brújula
Asististe a las pequeñas tragedias
de mi corazón roto y palpitante
Hilvanaste mi llanto y mi grito con tu
voz
Me alumbraste con tu presencia modesta
y poderosa
con tu solo estar ahí con mi saber que
estabas ahí
del otro lado de la calle en el revés
de mi sombra
Me diste aliento en la cárcel del
dolor
y sosiego en el páramo de los días
estériles
a lo largo de muchos años palabras y
besos vacíos
Denunciaste a la niña y a la puta
que viven en mi cambiándose las
lenguas
los harapos, los labios rojos y la piel
manchada
Descubriste mis trampas las esquivaste
las marcaste con tu severo lápiz de
escenógrafo de almas
y sorteaste mi farándula de fantasmas
y maldiciones
Cuidaste mi andar errante de poeta sin
paraíso
de sonámbula de dios de bruja con
la poción errada
Me ayudaste a pensar todo lo que vale
la pena pensar
me diste pistas de lo que creías saber
de mi
ignorando lo que yo quería creer de mi
Todo era provisional pero bueno
sanador
eran tus manos ahora lo sé calmando el
fuego gris
de una mujer abroquelada en
una biblioteca
Me hiciste reír cuando nada ni
nadie podía
ponerme una sonrisa en la boca de la
soledad
en los ojos llenos de silencio y un
puñado de malos poemas
Escuchaste lo peor de mi el despliegue
de la perra
en el esplendor de la rabia de su
desamparo
Escuchaste al animal herido a la niña
mala
a la siempre señalada en la calle a la
ladrona de besos
Viste lo mejor de mi la paciencia de
modista de barrio
la libreta llena de orgullosos ochos de
escolta suplente
las noches de vino y poesía batiente
la mudez súbita
la persecución de la belleza en
todas sus formas
Me sacaste las cuentas la ficha y la
tarjeta roja
Me sacaste y me pusiste el nombre
muchas veces
Siempre estuviste mirándome de cerca
siguiéndome como un niño a un globo
rojo
o un fotógrafo a la nube que avanza y
cambia con el viento
Me fuiste a buscar al infierno de mi
y me trajiste hasta vos
Viajaste a nuestras profundidades y nos
arrancaste
del mal y del frío y de la noche
oscura
Despacio lentamente me trajiste hasta
tu piel
Con un hilo de plata muy lentamente
sin que yo lo advirtiera ni vos lo
supieras del todo
me arreaste hasta tu boca tu aliento
sabroso
hasta tu respirar cargado y leve y
lleno de ayeres vivos
Yo solo puse brillo en tus ojos
Y sólo te hago brillar los ojos
Patricia Rodón