Un roce breve, fugitivo
como el ala de una mariposa
hizo
arder el aire en un instante
entre tu cuerpo y el mío.
El
universo se ocultó a mis ojos
y se encerró en un latido.
Tus
miradas se volvieron mares
y sus olas mecieron mi destino.
Para
siempre, un instante,
que ninguna muerte extinguirá,
mientras
te ame.
Clara Díaz Pascual