Quisiera haber nacido de tu vientre,
haber vivido alguna vez dentro de ti,
desde que te conozco soy más huérfano.
¡Oh! gruta tierna,
rojo edén caluroso.
Qué alegría haber sido esa ceguera!
Quisiera que tu carne se acordara
de haberme aprisionado,
que cuando me miraras
algo se te encogiese en las entrañas,
que sintieras orgullo al recordar
la generosidad sin par con que tu carne
desanudaste para hacerme libre.
Por ti he empezado a descifrar
los signos de la vida,
de ti quisiera haberla recibido.