lo que en verdad te nombre,
lo que deba decir el viento sin palabra
o lo que el mar infinito te describa.
Nada de ti adivinaré más nunca.
Sólo tendré la precisión del canto, cuando cantes
y el exacto escrutinio de tus pasos
cuando a tiempo describas el sendero.
En el sueño andaré buscando tus colores
para entender el tiempo de tu tiempo,
el agua que emerge de tu fuente
y el sabio presagio de tu enigma.
Nunca caeré en la seducción de adivinarte
para no restregar la historia con profetas,
sólo tu voz delineará las noches cardinales
y tu tacto señalará mi geografía.
El desierto infinito y la playa sin dominio
serán santo y seña de tu nombre;
el exacto valor de esencia y pensamiento
que te precisan sin condición de tiempo ni osadía.
La certeza de mi historia limitará el augurio
para no caer en la seducción del pronóstico irrestricto.
Tu sola palabra delimitará mi sombra
y será mi esencia producto de tu amor y tu embeleso.
Roberto Arizmendi
Roberto Arizmendi