Por qué no te desnudas las manos.
Por qué no me atraviesas con la boca.
Dentro de estas paredes el mundo se completa,
muerde a la tierra el mar y el viento
le estremece la espalda, el arco donde el sol
hunde sus manos. Saliva extensa, intensa,
sudor, noche y planeta. Por qué no me separas
los dedos con tu boca, las piernas con la llamarada
flexible y negra de tu cabellera.
Viájame por la sal, aprieta mis raíces.
No existiremos luego
y no existimos antes. Súbete en los colores
del día que va emergiendo. Abraza al bosque entero
y cúmplete en un vuelo desplegado. Combina el filo
entre la muelle densidad del agua.
Yedra tu corazón y que la vida estalle
y la respiración
sacuda su estructura y se desencadene.
Mira cómo me muevo entre tus brazos.
En tus manos desnudas, plenamente desnudas,
con la voz sin ropaje y el gemido
que tus labios retienen en mi boca.
Cierro mis ojos dentro de los tuyos.
Eduardo Casar