martes, 28 de febrero de 2012

Qué voy a hacer contigo, dime,
a dónde quieres que te deje,
si a donde quiera que voy
tú vas conmigo
y me recuerdas siempre
mi condición de hombre
atado al potro de la sangre
y al agridulce rastro del deseo…

Basta mirar
la suave curva del cielo
para sentirte entre mis manos.

Sólo tú sabes de cierto
que mucho más que el dolor,
el miedo o el amor
al conocimiento,
me movió la belleza
de un rostro
en su desigual perfección:
la proporción exacta
de un cuerpo real
equilibrado
a la sombra de unos ojos
y al borde de unos labios.

Tú lo sabes de cierto
y sin embargo callas…

Pero, mírate, pequeña,
y recuerda que en ti
todo lo grande duerme.

Alberto Blanco