Y vinieron tus manos a buscarme.
Como si pudieran
conjugar los eclipses
y declinar el tiempo.
Yo estaba allí, en mi forma
sumisa y transparente.
Esa manera propia entre abandono
y fisura y final de los mundos
posibles.
Y vinieron tus manos…
Demorándose en tiernas inspecciones,
destejieron
y tejieron de nuevo los ovillos,
abrieron las cancelas,
poblaron escondrijos.
Ana Ares